¿Creiais que lo había olvidado ya? no amores, no me olvidé, es más, no pude olvidarme ya que el relato lo escribí todo de carrerilla en el Open office (que es como el word pero gratuito), solo que lo dividí en tres partes por la extensión que tenía.
Y hoy va la última, llamadme mala si quereis, pero las cosas buenas mejor en dosis pequeñas y de cuando en cuando y creo que el polvo con el cantero fue de los mejores que tuve en mi vida.
Supongo que os acordais, más o menos de las dos partes, en todo caso aquí las teneis Parte 1 y Parte 2 y en la última estabamos en mi casa, en el salón, yo con sus enormes manos agarradas con las mías y preguntándole si además de saber esculpir piedra con ellas sabría esculpir el placer en el cuerpo de una mujer como yo, él sonreía con gesto travieso…
Allí de pie, los dos, a la luz de una pequeña lámpara de luz cálida tomó mi cintura con sus manos y acercó sus labios a los míos, me besó con delicadeza, jugando suavemente con la punta de su lengua en ellos mientras sus manos fuertes, poderosas, seguras, me apretaban contra su pecho duro, compacto, fuerte, comenzó a mordisquear mis labios pero con tanta suavidad que seguían pareciéndome besos solo que con otro efecto, notaba como mi piel se erizaba cuando esos labios comenzaron a recorrer con parsimonia mi cuello, sus manos se movían lentamente recorriendo mi cintura con ternura, mi espalda, supuse que como casi la gran mayoría de los hombres tendría problemas para quitarme mi ropa, así que intenté empezar por quitar la de él, no me dejó, agarró con suma delicadeza mis manos, me las puso a la espalda, me dio un cálido beso en mis labios y comenzó a desabotonarme la blusa, con una sola mano, con la otra y parte de su brazo abrazaba mi cintura, mirándome a los ojos, aquellas manos engañaban mucho, de rudas tenían lo grande, los callos, las asperezas, solo eso, por lo demás debían de ser treméndamente hábiles, cuando me quise dar cuenta mi blusa, y también mi sujetador estaban sobre el sofá y uno de sus enormes dedos recorría muy despacio, presionando lo justo, mi vientre, lenta, muy lentamente, hacia arriba, se dirigía a uno de mis pechos, jugó con ese índice y su pulgar con uno de mis pezones, yo entrecerraba mis ojos dejándome llevar por el placer que sentía, sabía… intuía más bien que me miraba a los ojos, quizás mirase mi cuerpo desde aquella perspectiva, disfrutando de mi torso, no lo se, sentí que chupaba, que lamía aquel pezón, lo hacía delicadamente, intensificó un poco la fuerza del chupeteo para mi mayor deleite, después volvió a jugar con sus dedos sobre él, a besarme, a morrearme con más pasión, su brazo apretó con más fuerza mi cintura pegándome a él, en mi vientre sentí a través de sus pantalones algo tremendamente duro y llevé mi mano a él para acariciarlo, cuando lo toqué, cuando comencé a acariciarlo lentamente sentí entre brumas que él me hablaba, me decía que era preciosa, yo solo quería aquello tan duro dentro de mi, traté de empujarlo hacia el sofá, creo que ni notó mi leve empujón, se rio, me preguntó si tenía alguna prisa, negué con la cabeza, pero si, si tenía prisa, quería polla, quería una polla dura entre mis piernas, quería cabalgarlo, comerlo a besos sintiendo su miembro dentro de mi, traspasándome, pero no dije nada, solo me dejé llevar, al sofá. No se como ni que hizo, se que por unos segundos estuve en el aire y de repente aterricé casi sin notarlo sobre sus caderas, sentada a horcajadas, de no ser porque él llevaba puesto el pantalón su polla se hubiese clavado sin remedio en mi coño.
El me besaba, me morreaba, mi pecho rozaba el suyo, nunca llegué a saber como ni cuando se quitó la camisa, me di cuenta de que no la tenía puesta él tampoco y que me gustaba apoyar las manos en aquel pecho duro, rocoso, que se hundía muy levemente cuando yo lo presionaba, como si no estuviese hecho de carne y si de algún material terso, duro, blanco en contraste con su rostro, pero perfecto, si llevaba mis manos a su abdomen era peor, notaba a través de mis dedos esa perfecta tableta de chocolate que muchas desean y yo tenía entre mis manos. No podía aguantar más, llevé mi mano a la cintura de su pantalón para desabrocharselo, usé las dos, quise descabalgarme de él para quitarselo pero sus poderosas manos en uno de mis muslos y otra en mi espalda me lo impidieron, aquello era un tormento, mi vagina se rozaba contra una polla durísima y yo no podía metérmela dentro y cabalgarla, odiaba aquella situación, sentirme deseando pero sin poder catar lo que tenía tan cerca y sin embargo… era incapaz de decirle nada, ni de cabrearme o de algo por él estilo, sentía una extraña sensación de placer en aquel dominio que ejercía sobre mí, en ese control que tenía de si mismo, se que por un momento pensé que con la mayoría de los hombres jamás hubiese llegado a aquel punto, con la mayoría ya haría rato que sus pollas estarían follándome, él no, el me calentaba, me hacía hervir, cada vez más.
Llegado un momento, sin más explicaciones sus manos, sus brazos… me liberaron, dejaron de hacer presión sobre mi, podía hacer lo que me diese la gana, él no oponía ninguna resistencia, lo miré, sonreí, besé sus labios, bajé besando su cuello y me recree lamiendo aquel pecho poderoso, mi lengua dibujó en saliva cada centímetro de aquella tableta de chocolate que era su abdomen, terminé de rodillas ante él, tirándo de sus pantalones, de sus calzoncillos hacia abajo, el me ayudó pidiéndome que parase, no es tan fácil sacarle unos vaqueros a un tío así de macizo, así que lo hizo él, y desde aquella posición, reclinado, desnudo sobre el sofá me miró de nuevo con su cara no muy hermosa en un cuerpo perfecto y yo no pude evitar abalanzarme con mis dos manos a acariciar aquella polla, quería hacerle lo que él me había hecho a mi, hacerle desear algo más, comencé a masturbarlo mientras él acariciaba mi mejilla y nos mirábamos, pero yo no era él, yo carecía de ese autocontrol, se me vino a la cabeza ir a mi cuarto a buscar condones pero de lo caliente que estaba mandé la idea a la mierda y me metí aquella hermosa polla, porque era terriblemente hermosa, no grande pero si tirando a grande, en mi boca, intenté de nuevo ser lenta, controlarme, bese su glande algunas veces, lo lamí con la lengua pero mi deseo podía más y terminé tragándola, sentía a través de mi boca el ligero vaiven de sus caderas, su placer en mi boca, yo gozaba sintiendo que me follaban la cara, gocé más cuando sentí su mano en mi cabeza, una mano que no me presionaba, solo acariciaba y acompañaba mis movimientos, aquella mano parecía indicarme que no había ninguna prisa. Me lo indicó él también cuando me agarró con delicadeza por la barbilla con sus dedos y me llevó de nuevo hacia arriba, hacia su cara “eres una golosa” -me dijo- sonreí de rodillas ya sobre el sofá, a su lado, volví a intentar bajar mi cabeza a su pene, por un momento lo imaginé del material con el que esculpía sus figuras: de piedra, pero piedra caliente, casi recién salida de un volcán. El me instó con sus manos a seguir de rodillas allí, me miraba, desabrochó mi falda y la bajó levemente, el resto lo hice yo, me quité falda y tanga, todo a la vez.
Sin dejar de mirarlo pasé mi pierna sobre él, el se incorporó levemente pero me dejó jugar, se sentó al borde del sofá justo cuando yo me había metido toda aquella polla en mi coño, sin aparentemente mucho esfuerzo se levantó ¡conmigo clavada en su polla! pensé que me follaría allí de pie, no era como esos hombres que “intentan” follarte de pie pero no aguantan, él estaba allí, conmigo empalada y… ¡no le costaba trabajo ninguno! seguí con mis piernas levemente aferradas a la suyas para facilitar que su polla estuviese en mi pero solté los brazos y arquee mi espalda dejándome llevar de aquella sensación, nueva, de no tener miedo a caerte cuanto te hacen algo parecido. Abrí los ojos ligeramente y lo encontré mirándome, sonriente, como si yo fuese algo que pesase un kilo pegado a su cuerpo, me dijo que era la hostia pero… ¿donde está la cama? -preguntó- va a ser más cómoda ¿no?
Señalé con la mano la puerta del cuarto y allí me llevó, del salón de mi casa al dormitorio, unos cuantos metros empalada en la polla de un titán que caminaba casi como si yo no existiese. Se paró al pie de la cama, justo al lado de la mesilla de noche, solo entraba la leve luz que procedía del cuarto y nos veíamos en penumbra, casi nada, nos intuíamos más bien, cuando me tumbó en la cama, sin sacarme en ningún momento su polla, se quedó encima, primero bombeandome con una cadencia muy lenta, su polla se detenía unas décimas de segundo totalmente en mi interior, después salía hasta casi estar fuera para volver a entrar y repetir aquella deliciosa rutina, de pronto sentí que se apoyaba sobre sus manos, quizás sobre sus puños y seguía follándome, igual de despacio, pero con nuestros cuerpos separados, tenía que ser una delicia ver aquel cuerpo penetrándome, follándome y encendí la lámpara de la mesita. En la mesita hay una foto mía y de mi marido, el la vio y sin dejar de follarme y sin bajar la otra mano la tumbó boca abajo, cuando finalizó ese pequeño gesto clavó fuerte su polla en mi, me miró, en su rostro se notaba el placer y yo deseaba que perdiese el control, que me follase fuerte, como un loco, como un titán poseso a punto de matarme, dejó la polla ahí, bien clavada y preguntó ¿donde está él de la foto? le dije que no se preocupase, que estaba muy lejos y tardaría varios días el volver, pensó unos segundos y volvió a preguntar ¿cuando se fue? traté de mover mi coño en su polla y que se dejase de tonterías, misión imposible, si él quería yo no me meneaba, su polla dura me empalaba y su cadera me sujetaba, así que no quedaba otra que satisfacer su curiosidad: se fue hace unos días, es viajante, comercial, ya sabes… puso un dedo en mis labios y dio un par de suaves embestidas antes de decirme que el resto no le importaba, lo único que no quería es verse mezclado en una pelea, parece buena persona “ese señor”.
El asunto me cortó levemente el rollo, a él por lo visto no que siguió follándome, mirándome, el corte de rollo se me pasó en cuanto llevé mi mano a su cintura ¡coño! ¡es que hasta ahí era puro músculo el tío! me colgué de su cuello para lamer sus pezones, creo que había momentos en los que me follaba literalmente en el aire, de pronto paró en seco, me la sacó y en nada de tiempo me encontré en la cama, boca abajo, pensé que me querría a cuatro patas pero… misión imposible de nuevo, una de sus manos se apoyó en mi cintura y no podía elevar mi culo para ponerme en tal postura, sentí que me decía algo “tranquila” creo que dijo, con voz algo trémula.
Si hubiese querido aquel mastodonte me hubiese empalado allí mismo el culo sin que yo hubiese podido hacer absolutamente nada. Siempre me había preguntado como algunos hombres logran violar a una mujer, lo tengo por algo difícil ¿si opones resistencia como coño esos hijos de puta logran metertela? lo tuve claro aquel día, mi cantero, de haberlo deseado, hubiese podido violarme, como por un momento temí, por el culo.
Lo sentí de nuevo sobre mi pero con su polla… dentro de mi coño, me follaba tumbada en la cama, boca abajo, yo levantaba mi culo lo que podía para sentir su polla más adentro, cada vez sus vaivenes eran más rápidos, pero nunca perdían el ritmo, de pronto sentí su mano en mi clítoris, volví a temer que fuese duro en eso ¿como podía controlar su fuerza un hombre así? no, no era rudo, para nada, es más, supongo que mi cantero debía de pasar bien de los cien kilos y sin embargo… no me molestaba su peso, mis piernas se abrian, flexibles, las de él entre las mías, su dedo jugando casi con ternura en mi clítoris y su polla entrando y saliendo, empecé a dar gemidos, cada vez más intensos, de puro placer, ahora me follaba duro, sentía sus pollazos como una onda expansiva en todo mi vientre, casi podría decir que en toda la parte superior de mi cuerpo, torcía mi cabeza, como una perra, buscando su boca, necesitaba sentir llenos mis dos agujeros.
Su respiración ya era desacompasada, sin fatiga pero más fuerte, a mi me daba igual que mis vecina, que sabía que mi marido no estaba en casa me escuchase gemir, llegué a gritar, a gritar fuerte.
Fue un movimiento muy rápido, no se ni como lo hizo, se que de pronto él estaba de rodillas sobre la cama y yo de nuevo clavada por su polla en una postura que nunca había imaginado, mis pies estaban sobre la cama pero mi trasero no, su polla dentro de mi, una mano… creo que era la mano sola, me agarraba por la cintura sin dejarme bajar, mi torso y mi cabeza caían hacia atrás, él me follaba así, yo a veces lo miraba, tenía sus ojos cerrados, su cuello tenso, los musculos de su pecho como rocas y… aquellos abdominales, relucientes de sudor, marcados… me llevé, en esa posición, las manos a mi coño y me masturbé mientras él me follaba cada vez más rápido, de pronto sentí algo caliente en mi coño, un rugido, dos… tres, movimientos espasmódicos… no sentí nada más, nada más que procediese de él, solo sentí lo que me pasaba a mi, mi cuerpo explotaba de placer por todos los lados, mi coño se expandía y contraía en aquella polla que seguía follándome, creía volar pero era él quien me sujetaba, sus fuerzas no parecían fallar con su orgasmo, se que cuando mis espasmos iban en sentido decreciente y abrí los ojos él me elevaba, aún con su polla metida en mi y llevaba mi cabeza a sus labios, me besaba con ternura, feliz, aún me bombeaba y sentí un hilo de su semen deslizándose por mi muslo ¡oh Dios! contraviniendo un montón de reglas impuestas por mi a mi misma las había roto todas, había follado con un desconocido sin condón, mi cabeza empezó a pensar las posibilidades de estar contrayendo todas las enfermedades del mundo a la vez que me decía a mi misma que aquel animal, que debía de follar más bien poco, no podía tener nada malo ¿como va a tener algo malo alguien tan terriblemente sano?
Nos dejamos caer, bueno, mejor dicho, me dejo caer en la cama delicadamente y él se tumbó a mi lado, suspiró satisfactoriamente y yo me dije a mi misma que ahora vendría la pregunta terrible que te suelen hacer muchos hombres eso de ¿estuvo bien eh? y eso cuando no te preguntan directamente si lo hicieron bien o si lo pasaste bien, o peor aún ¡cuando lo afirman! El no, se incorporó ligeramente apoyándose sobre su brazo, mirándome, acariciando mi vientre y mi cintura con su otra mano y tan seguro de si mismo como hasta el momento me aseguró que había sido maravilloso conocerme. No se por qué se me salieron un par de lágrimas que el animalito tomó por otra cosa y volvió ser el gigánte tímido que realmente era, tratándo de consolarme “¡pero mujer! ¿qué te pasa? ¿y eso? ¿tan mal lo hice?… eso me dio la risa, no lo había hecho nada mal, más bien al contrario, miró la foto tumbada de la mesilla de noche y volvió a intentar consolarme ¡oye, que si te remuerde la conciencia… yo…! lo atraje hacia mi, le aseguré que no lloraba por eso, que no era nada, tonterías de mujeres ¿para que le iba a contar que la mayoría de los tíos con los que follo eran unos puñeteros narcisistas? ¿para que decirle que tíos estudiados, elegantes y cultos a más no poder no tenían ni repajolera idea de lo que era hacer el amor a una mujer? ¿para que contarle la pena que sentía por estar casada y no haberlo conocido a él antes de hacerlo? para que decirle que me había tocado la fibra que reconociese eso tan simple de que “había sido maravilloso conocerme” y que a muchas nos gusta tanto… mejor así: yo también lo pasé de maravilla contigo.
Estuvimos un ratito charlando, riendo, contándonos cosas, abrazada a él, sintiendo sus caricias en mi cuerpo, el era el hombre respetuoso que nunca había dejado de ser y en un momento dado reflexionó sobre la conveniencia de irse, ya era muy tarde, no querría comprometerme, le pregunté, bromeando, si tenía miedo de que robasen su moto o si le esperaba alguien en el hotel, se rió, dijo que no “no no, es por ti mujer, yo no quisiera…”
-Entonces duerme aquí, conmigo ¿quieres?
-no, no quiero dormir
Lo miré extrañada
-¿estás cansada? -preguntó divertido-
-un poco
-bueno, entonces dormiremos, no hay problema
Me tumbé sobre él, literalmente sobre él
-no, no quiero dormir -le dije-
-¿y que carallo quieres entonces? -preguntó divertido-
-follar -le dije con voz suave casi a la vez que besaba sus labios-
Su polla volvía a comenzar a ponerse dura al contacto con mi piel
-eso quería yo también -dijo, y noté su polla aún un poco más dura-
-me reventarás
-no, no ¡dios me libre! trataré de ser más delicado
-¿puedes ser un poco más duro?
-¡a ver si te voy a hacer daño!
-si, hazme daño, solo un poco de daño
Y la noche fue tremendamente larga, pero no creo que os guste que os cuente ahora cuatro polvos con la misma persona y en la misma noche ¿o si? Eso si, os contaré algunas cosas:
Ciertamente, me dejé llevar y follé sin condón con el cantero, cuando hablamos al día siguiente sobre el asunto me dijo que podía estar tranquila, que él no tenía nada, le pregunté como lo sabía y me dijo que porque no notaba nada “y cuando uno está enfermo nota algo ¿no?” Le enseñé lo que era el sida y todo eso mientras él me miraba incrédulo “había oido hablar de esas cosas pero no pensó que era tan importante”. Apenas ve la televisión, escucha la radio M80 porque ponen música y no sabe como funciona Internet, no le gusta la prensa aunque a veces ve las fotos. Comprensible su ignorancia. Yo pasé unos cuantos días acojonadita perdida hasta que me dieron los resultados de la analítica diciéndome que estoy limpia. El no se preocupó más del asunto sentenció con un “no le des más vueltas, si estás de morirte te vas a morir igual” y pidió otro botellín de cerveza. Ya puesta sigo pecando de lo mismo, follo con él sin condón, él me dice que no folla con otras y tampoco va de putas, le creo, es tremendamente sincero.
Nunca en mi vida había pasado tanto tiempo en un museo, ni en el del Prado y además pasándomelo bien, se enteró de que podía hacer dibujos estando dentro, salió de nuevo, volvió compró un bloc de dibujo y dos lápices y además de ver las pinturas hacía dibujos ¡identicos! de algunos detalles que veía: ora una mano, ora un pie, ora una cabeza… “es para tomar nota para las esculturas ¿sabes? espero que no te importe, igual tardamos un poco” Cerraron el museo y no vio ni la cuarta parte, le daban igual los autores de las obras y no distinguía un Goya de un Velazquez, cuando veía algún cuadro, Las Meninas, por ejemplo, decía “pintaba bien este tío”.
Vino más veces a Madrid y nos seguimos viendo, le hablé de que soy casada y le da igual solo me pide que no lo vaya a meter en un lio con mi marido porque los maridos a veces le quieren pegar al hombre “que le hace el amor” a sus mujeres y a él no le gusta pegarse, también sabe que soy puta y dijo “bueno mujer, todos tenemos que trabajar en algo, si te gusta no es mal oficio” y no, no lo dijo de broma, no hay maldad en sus palabras ni dice mentiras. Siempre que viene visita el museo del Prado y ahora sabe un huevo de pintura, pintores y la madre que los parió, que se compró una enciclopedia, le enseñé a navegar por Internet para que vea cosas de pintores y escultores. También le enseñé páginas porno pero le resultan aburridas y yo, en este blog, escribo muy bien pero hay muchas letras y no le gusta leer tanto, me aconseja que ponga más fotos. Le mostré un video de una señora follando con un caballo y cree que la chica que hace eso es muy buena persona y que el caballo tiene que estarle muy agradecido.
Estuve en su casa de Galicia en tres ocasiones, vive en un lugar bastante aislado y de difícil acceso, su casa es enorme y sólida, la heredó de sus padres (fallecieron) y en ella hay muebles preciosos, de madera maciza y antiguos, solo usa la cocina y una habitación donde duerme, esas dos zonas las limpia él, se hace su comida (y cocina muy bien), su cama, airea la habitación, etc. para limpiar el resto le paga a una señora del pueblo que va una vez por semana “a sacar el polvo” La planta baja y un campo que hay alrededor están llenos de piedras de distintos tamaños y esculturas de todos los estilos que podais imaginar, incluso de lo que podría llamarse “arte moderno” y que él no sabe lo que es, si le preguntas porque talla una piedra en forma de ovalo terminado en pico y con un agujero biselado en el medio te dirá “porque es una forma bonita ¿no?”. No tiene televisión pero me compró una “para que veas esas chorradas que te gustan cuando vienes”. En toda la casa hay minicadena que está en su taller y que pone cuando trabaja, tiene unos cuantos discos de heavy, uno de sevillanas que le regalo un amigo que trabaja en una gasolinera y que está con el precinto, otro de Elvis Presley y… casi siempre pone M80 para escuchar música.
Sus vehículos son un tractor que le sirve para transportar piedras enormes y que me enseño a conducir y una moto enorme con la que le encanta salir a pasear los domingos (y en la cual viajando con él me lo pasé de cine) y comer en algún restaurante perdido en alguna carretera secundaria. A veces va a concentraciones de motos “a flipar con la gente”, tiene un montón de amigos moteros y cuando se acercan a su casa aquello se convierte en un bar, entonces es cuando pone los discos de heavy, que algunos son de ellos que se los dejan allí.
Esculpió por una foto que le di mi busto en mármol de carrara, es idéntico a mi y tiene cuarenta centímetros de altura. A mi marido le conté que me lo había regalado un escultor italiano que había conocido por razones de mi trabajo (el legal) y le encanta.
Y si, si, estoy enamorada de este hombre, pero como una niña, a veces pienso que lo dejaría todo por él, otras que él no merece a alguien como yo, otras que no podría vivir en una aldea perdida de Galicia el resto de mis días siendo tan urbanita otras… soy un mar de lios, así que como dice él “no te preocupes mujer, el tiempo lo pone todo en su sitio, disfruta del momento y ya está”.
El bruto, como podeis ver, no era bruto del todo, quizás tiene más de noble que de bruto ¿no? Le encanta presumir de que gente como él creo la Catedral de Santiago de Compostela en donde gracias a él descubrí algunos secretos del arte de trabajar la piedra. Y yo… bueno, dejad que me juzgue dios, si existe ¿o quereis juzgarme vosotros? podeis hacerlo, al fin y al cabo es lo único que arriesgo escribiendo aquí.