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Channel: Alba y el sexo
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Destruyendo para crear

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reformas en el baño

Mi cuarto de baño estaba un poco antiguo tirando a bastante, vamos, que si lo pusiesen en una película de terror ambientada hace un par de siglos y salvo por algún que otro detalle podría colar muy bien.

Así que me decidí a hacerle una reforma en profundidad, o sea… contratar albañiles, fontanero y electricista, en una empresa de esas que hay ahora muy cómodas y que te lo hacen todo, pedirles que me lo tirasen todo y lo reiciesen de nuevo a ser posible en un tiempo record. Me dejaron realmente… satisfecha.

Pero más que la satisfacción por la obra realizada me asombraron algunas cosas, por ciertos paralelismos que guardan con otras, a veces con la vida misma, o con algunas formas de vida, incluso con la vida y la muerte o con eso de que la energía no se destruye, se transforma.

El primero que llega es el albañil, es un chico joven, guapo a pesar de su aspecto desaseado (tampoco es que yo esperase a un albañil que fuese el no va más de la pulcritud, me imagino que será pulcro cuando no está trabajando) algo rubio y con el pelo ligeramente largo, no parece demasiado fuerte pero es muy fibroso, viene con un vaquero viejo y raido, trae una camiseta de manga corta de Iron Maiden bajo una sudadera que se quita antes de ponerse manos a la obra. Trae algunas herramientas en una bolsa y sobre el hombro una especie de martillo neumático électrico. Con una sonrisa que muestra sus blancos dientes  (es guapo a rabiar el cabrón) me dice que desmontará todo mi baño y que después hará algo de ruido, le digo que adelante, que cuanto antes termine de hacer ruido mejor.

Va desmontando las piezas del baño, rompe la bañera a mazazos y la saca también, cada vez que saca una pieza la baja a la calle “a la furgoneta” me dice, también me advierte, siempre sonriente, que no me preocupe de nada, que me dejará todo impecable “sin azulejos ni suelo, pero impecable”. Yo trato de sentarme en la sala a leer algo pero no hay tu tía, comienza a funcionar la máquina infernal y veo al muchacho, ahora sin camiseta, con su torso desnudo, rompiendo todo mi baño, azulejo a azulejo van cayendo hechos añicos al suelo, a veces para, recoge con una pequeña pala que trajo y lo hecha en un capazo negro y baja dos o tres de esos capazos a un saco que pusieron en la calle para todo eso. Me encanta verlo en acción tras la puerta abierta.

albañil destruyendo

Antes de bajar se pone la camiseta, que se vuelve a quitar cuando termina de subir tras haber bajado con el último capazo, cuando sube se quita la camiseta otra vez allí en la sala, delante de mi, para alegría de mis ojos, para excitación de mi líbido, para que desee masturbarme en mi cuarto pero ¿como me voy a masturbar con ese chico trabajando en mi casa? ¿y si necesita algo de mi y estoy yo con las piernas abiertas y mis dedos en el coño en la habitación? ¡uff! ¡no estaría nada mal un polvo con este muchacho! pero me da algo de verguenza ponerme en plan viuda alegre a seducirlo. El sigue, rompiendolo todo con su máquina, destruyendo, a veces grita, como los soldados en la guerra, pero parece divertido…. ¡uaaaaaahhhhh! me asusta, pero por la puerta veo que él sigue picando, sudando, lleno de polvo ¡Dios! ¡qué bueno está!

Cuando lo destruyó todo sale con una sonrisa y dice “bueno… esto ya está” ya vendrán los fontaneros, creo que usted pidió que le cambiasen algunas cosas de sitio, supongo que vendrán esta tarde. El hombre agarra las herramientas y se va, detrás de él, como si de un angel exterminador se tratase, deja solo la nada, o mejor dicho, la destrucción, en el baño no hay nada que haga pensar que allí hubo unas horas antes un baño, solo ladrillos pelados en algunos sitios y en la mayoría cemento gris, con rayitas en relieve, me quedo mirando el desolador panorama que presenta uno de mis dos cuartos de baño y me parece increible que de ahí pueda surgir de nuevo algo más bonito que lo que había.

Mientras lo fontaneros trabajan, unos transportistas suben piezas que irán en el nuevo baño, con ellos está el abañil de la mañana, controlando que esté todo en cuanto a azulejos y suelo se refiere, los fontaneros abren las cajas para comprobar que todo el material que ellos instalarán está correcto y sin defectos, me lo enseñan y me explican las bondades de los tubos “multicapa” (que por lo visto durarán eternamente y sin darme problemas de fugas, eso espero). El albañil se va tras dejar colocados bien apilados en mi cocina y salón montones de azujlejos y losetas, también sacos de cemento y otras herramientas que según me dice usará al día siguiente, como mucho en un par de días, espera que no me estorben, y no, no me estorban, me acaban de dejar la casa como para recibir visitas, pero no, no estorban, es muy ordeando el muchacho este.

Los fontaneros, dos chicos jóvenes, están a lo suyo, más ruido, están sacando todas las tuberías viejas a base de golpes y con un taladro (o algo así) que casi hace tanto ruido como la máquina del albañil, también bajan un par de baldes negros de escombro y comienzan a poner tuberías por el baño, toman medidas y ponen tuberías, nivelan no se qué y ponen tuberías, hablan entre ellos cosas que no entiendo, números, cífras, que se yo “aquí ponemos de 20″ “dame una T” “aquí ponemos unos codos” “¡aprieta!” y se escucha el ruido de una máquina que termina haciendo ¡clac! despues la máquina suena de nuevo y vuelve a hacer “clac” ellos siguen “tapones aquí” echan yeso para que no se muevan los tubos, y me lo dicen como si yo supiese de que hablan “Señora, le vamos a echar yeso para que los tubos se queden tomados y ya nos vamos, mañana o pasado vendrá el albañil para ponerle todo bien, después del electricista, vamos bien de tiempo” -dice uno de los fontaneros orgulloso por su rapidez trabajando- yo no entendí nada, supongo que el yeso es un cemento y yo pensando que era algo para que los pintores antiguos pintasen los frescos, no se que es lo que tiene que tomar ese yeso pero me da la sensación de que el baño ya va tomando forma, se ven tubitos por el suelo, algunos enfundados en otros tubos rojos y azules, me explican que son los de agua fría y caliente, algunos de esos tubitos suben por las paredes y me imagino que a su final colocarán los grifos.

Admiro lo rápido que trabajaron, no se por qué me había hecho a la idea de que en eso de la fontanería tardarían mucho, una supone que un baño lo más complicado que tiene es la fontanería pero parece que no. Me gusta el fontanero más jovencito que parece ser que está aprendiendo el oficio y de momento hace de ayudante, lleva unos cuantos piercings y tatuajes, el pelo cortado a cepillo y tiene aspecto de ser muy simpático, el otro fontanero es un señor ya entrado en años que se ríe bastante con él y de cuando en cuando lo putea un poquito en plan broma “venga chaval, que los he visto más rápidos” me hace gracia el fontanero más mayor, con su espeso bigote y una gorra que lleva se parece a Super Mario, se lo digo bromeando y él se ríe bonachón, su hija le llama así.

Fontanero Super Mario

Vuelve el albañil al día siguiente, habla unos minutos conmigo, trae un cigarro en la boca y me dice que se despistó y que subió fumando, pregunta donde lo puede tirar y le digo que no se preocupe, que puede fumar todo lo que desee (¿se le puede negar algo a los ángeles destructores?). El hombre comienza a trabajar despacio, sin prisas pero sin pausa, veo lo bonitas que van quedando las nuevas plaquetas de la pared, me cuenta que él suelo lo pondrá al final, si lo pusiese al principio no podría trabajar poniendo la pared, me parece bien, solo se que de la nada mi baño comienza a tomar forma, vuelve a parecer poquito a poco algo habitable, bello, confortable. Los pequeños cuadrados van quedando perfectamente colocados uno al lado del otro poco a poco, a veces el abañil arrima el nivel y comprueba, tras eso a veces da unos golpecitos con la mano y vuelve a ponerlo, parece que queda satisfecho y sigue. Entre azulejo y azulejo queda una hendidura fea que además él se preocupa de que quede poniendo una especie de cruces en las esquinas de cada azulejo, le pregunto, horrorizada, si eso quedará así, él sonríe y me dice que no, que después “lo tomará” con un producto y quedará perfecto. Aquí por lo visto todo el mundo “toma” algo, los fontaneros tomaban los tubos, el tomará los azulejos.

Tiene que volver al día siguiente, a la tarde tiene que venir el electricista, tenía que haber venido antes que él pero tiene unas complicaciones en una casa y vino el albañil antes para ir adelantando trabajo, ya deja -me dice- algunos azulejos sin poner porque por allí tendrá que pasar la instalación eléctrica, son pocos, supongo que es lo normal. Me encantaría echar un polvo con este hombre, es que tiene una sonrísa que me alucina.

El electricista parece fuera de lugar, muy repeinadito él, y aunque en ropa de trabajo, muy pulcro, quedaría bien en una oficina, además parece muy educado, no me lo imagino en una obra trabajando en compañía de rudos albañiles, carita redonda un poco grasienta, no es gordo pero si tira un poquito a grueso, gafitas… vamos, el perfecto escribiente. Pero allí está, con su taladro haciéndo agujeros en el techo, metiendo tubos negros por algunos, sacándolos por otros, pelando cables, enganchándolos en los apliques halógenos de bajo consumo (creo que se llaman así) que me están quedando preciosos, cada vez me está gustando más mi baño. No tarda mucho y cuando se va se despide cortesmente.

Vuelve mi obrero preferido, el albañil y acaba, o casi, lo que le quedaba, aún tendrá que volver cuando los fontaneros me coloquen el lavabo, la ducha y el wc Al día siguiente están allí, lo colocan todo en menos que canta un gallo. Un día después viene el albañil que termina la faena tal y como dijo. El baño quedó precioso, solo falta un detalle, entre los azulejos hay un panel de cemento, bordeado por una cenefa a juego con los azulejos, allí hay que poner un espejo que le muestro al albañil, el lo pega con una pasta y me asegura que no se soltará pero que de momento y hasta pasadas unas horas me dice que no lo toque.

El hombre que destruyó mi baño fue el encargado de darme el último toque para dejarlo utilizable, moderno y agradable para mi, me encantó eso de ver una obra completa, aunque sea a pequeña escala, ver como se destruye para crear, ver como de la nada surge de nuevo algo hermoso y bien hecho. Tenía miedo a una chapuza, ya sabeis, siempre se dice, España es el país de la chapuza, el electricista me sacó de ese error “señora, España no es el país de la chapuza, España es el país de los que quieren chapuzas” después me explicó que cuando ellos dan algún presupuesto la gente quiere rebajas y claro, con las rebajas ya se sabe, el material no es muy bueno, otros son aún peor, hacen ciertas obras ellos mismos o algún amiguete y las cosas salen como salen, en fin, que lo difícil es encontrar que alguien pague por una obra buena y bien hecha, por eso en mi caso no habrá ninguna chapuza, sin ser el baño de un palacio será -me dijo- un baño muy correcto y coqueto. Tuvo razón, quedó fantástico.

Ah si, se me olvidaba contaros, durante el tiempo que duraron las obras follé dos veces con uno de los operarios, en mi casa, en mi cama, en la cama donde follo con mi marido (¿a que soy mala y zorra? jo, pero es que tenía tantas ganas que no pude evitarlo) A ver si acertais a cual me follé, si acertais… a lo mejor os cuento como fue. Hay tiempo para todo y digo yo que cuando una paga bien por una obra tiene derecho a quedarse satisfecha en todos los sentidos ¿o no? oh, ya, ya… que los obreros no están para follarme a mi, que soy una malvada explotadora y bla, bla, bla…. valeeee pero puedo darle a alguno una propinilla ¿o no? ¿un par de sesiones de sexo son una buena propina? ¿la aceptariaís vosotros?


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