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Channel: Alba y el sexo
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Champagne follando

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Champan y sexo

Eso de champagne… ¿no estaría mejor dicho champán? así, castellanizado, no lo se, da igual. El caso es que hay clientes que viven la vida sin importarles una mierda las consecuencias de sus actos.

Tienen dinero y creen que eso les da derecho a la vida loca, a hacer lo que les de la gana sin pensar en los demás ni en lo que pasará al día siguiente, creen también que como una es puta, por dinero tiene que tragar con todo.

Es cliente de tiempo, ya estuve más veces con él, ha bebido un poco de más, no me extrañaría tampoco que se hubiese metido alguna otra cosilla, que se yo, cocaina, alguna pastilla, su comportamiento aunque no se puede decir que sea excesivo si se sale ligeramente de lo normal, le pregunto un par de veces que ha tomado hoy y me dice que nada fuera de lo normal, lo de siempre, pero hace alguna que otra cosa un tanto fuera de tono, tanto cuando estamos en público como en privado.

Antes de subir a la habitación del hotel le pide al taxista que nos pase por una tienda de esas que abren toda la noche, quiere comprar buen champan, que la juerga tiene que ser potente, por mi encantada. El taxista nos lleva y compra champan y dos copas a pesar de que yo le digo que la puede comprar en el hotel, que nos subirían champán a la habitación, pero no quiere, en el hotel, dice, el champán es malo, le comento que eso será según la marca que pida.

Espero en el taxi mientras él entra a la tienda, pienso que va a salir con una botella de Moet & Chandon o quizás Don Perignon, nada de eso, sale el tipo con dos botellas de Codorniu, sin más, del cutre, una en cada mano, camina por la calle hacia el taxi y la gente lo mira, se sube e insulta a los que lo miran llamándoles pobres de mierda que no tienen para champán, en su delirante estado supongo que piensa que algunos lo miraron por llevar champán del bueno, lo miraron, como mucho, porque lleva la corbata mal colocada, la camisa sacada por un lado y va hecho un medio adefesio y con dos botellas de bebercio por la calle, o sea, miran a un borrachuzo, que nunca se sabe como va a responder y seguro que más de cuadro sienten hasta cierto temor al cruzarse con él. El taxista mira por el retrovisor, me mira a mi, seguro que sabe, de sobra, a que me dedico y está pensando que voy a pasar un mal rato, se le lee en ese ojo que veo en el retrovisor: pobre zorra, te van a dar la noche.

Los borrachos

En el hotel, cuando ya estamos desnudos, mi cliente se empeña en echarme el champan por encima, quiere beberlo de mi cuerpo, el suelo de la habitación tiene una preciosa y aparentemente cara moqueta, la lencería de la cama no es menos cara y elegante, debajo seguro que hay un colchón que tampoco será barato, me da miedo hacer todo eso, no es nada difícil que yo tenga que volver cualquier día a ese hotel, puede que incluso con él, no tengo ganas de ser avergonzada cuando se pongan a reclamarme cualquier cosa o simplemente me impidan la entrada con algún cliente.

Le digo que no, que en la cama no, que no tenemos porque estropear nada con el champán, que si quiere jugar con él no tengo inconveniente pero en la bañera. Al tío se ve que no le resulta sexy echarme champán por encima en la bañera que empieza a hablar del dinero que tiene, y que hace lo que le de la gana y que si le apetece puede estropear la habitación y después pagar los desperfectos y yo, allí, tratando de solventar la papeleta como buenamente puedo, siendo lo más cariñosa y convincente posible, en plan “pero mira mi amor comprende…” y le pongo la excusa del trabajo que les dará a los empleados por un capricho, que tendrán que limpiar todo aquello, ni caso oye, amenaza con lanzarme champán a chorro, meneando una botella en plan piloto de carreras en plena celebración.

Me encierro en el baño rápido y amenazo con largarme, finjo estar más cabreada de lo que realmente estoy y le digo que me largaré si continua con esas tonterías. Parece que el truco surte efecto, se tranquiliza, pasa del champán que deja en algún lado y me llama a su lado, eso si, me hace saber que soy una puta de mierda “como todas”, se ve que ninguna quiere destrozar la habitación de un hotel a base de regarla por todos los lados con champán. Es lógico le explico, él mañana se irá y la próxima vez con elegir otro hotel tiene suficiente, nosotras a lo mejor tenemos que volver otro día y eso puede darnos problemas.

Tiene una mano en mi culo, yo lo voy pajeando suavemente, su polla se pone dura, le coloco un condón y me subo encima, el se está quieto mientras yo muevo mis caderas en círculos con su polla en mi coño, el está… que no reacciona, no hace nada, se que está vivo porque respira pero está como muerto. De pronto lo siento gruñir, algo parecido a un gruñido, me agarra con fuerza por las caderas, casi me hace daño, grita: ¡para puta para! no paro, se que se está corriendo el muy cabrón, en mi coño, eso me gusta.

Agarro sus manos por las muñecas detrás de su cabeza, sigo follándolo hasta que su polla se pone blanda. Ahora está más tranquilo, le pregunto si sigue queriendo beber champán de mi y me dice que si, me saco su polla flácida y lo dejo allí, con el condón puesto, camino hacia el baño, mirándolo, le digo que venga, que traiga una botella la botella.

champan en el coño

Me gusta verlo, sumiso, arrodillado en la bañera y yo sentada en su borde, me echo champán en mis tetas, despacio, baja lentamente a mi coño, el lo bebe justo ahí. Llego… llego… llego al orgasmo, aprieto su cabeza contra mi coño con la mano izquierda, todo lo que puedo, vació sobre mi pecho todo el champán, creo que se está ahogando con el líquido pero noto sus manos agarrando fuerte mi culo y su lengua, rápida, comiendo mi coño mientras en mi cuerpo explota el placer.

Pudo haber sido mejor, más tranquilo, pero a veces los clientes se descontrolan un poquito.


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